viernes, 2 de diciembre de 2011

Corea/Japón`02: El sueño (frustrado) de una mañana de verano


22 de junio de 2002, 8:00 (hora española) . Un chico de unos 12 años había madrugado más de lo normal en fin de semana para ver fútbol. No un partido cualquiera, desde luego, sino la que muchos veían en una prensa que ya entonces seguía con intensidad como una oportunidad única para la Selección Española.
Tras el mejor inicio que se recordaba (3 victorias y un empate frente a Irlanda que se había resuelto por penaltys, una de nuestras maldiciones históricas) estábamos más cerca que nunca de superar otro gafe mundialista, el de los cuartos de final, después de que Corea del Sur ganara en la prórroga de octavos a Italia.
Nada importaban las polémicas que habían rodeado aquel partido (una falta durísima por detrás a Francesco Totti se saldó con roja al delantero de la Roma por protestar), y es que este chaval desde su ingenuidad juvenil no era consciente de los intereses comerciales que en demasiadas ocasiones giran en torno a este bello deporte así como las inevitables suspicacias que siempre levantan los anfitriones de Mundiales y Eurocopas.
La primera parte fue vivida por el con cierta preocupación. Corea parecía empeñada en callar bocas y fue superior durante muchos minutos, sobre todo en posesión de balón. Quizá España acusaba demasiado la falta de su máximo goleador, Raúl González, lesionado en el partido anterior, pero poco a poco la cosa iba cambiando, y hacía el descanso ya habíamos tenido varias ocasiones peligrosas.
En la segunda parte ya éramos completamente superiores. La titularidad del jovencísimo extremo del Betis Joaquín Sánchez había sido un inesperado acierto del seleccionador José Antonio Camacho. Pero seguían los problemas.
Cuando apenas se llevaban 11 minutos de la reanudación, nos anulaban un gol por supuesta falta de Iván Helguera, que no había podido llegar al balón por un agarrón por detrás, siendo un más que posible autogol coreano. Además, el árbitro egipcio Al Ghandour ignoraba constantemente las faltas que hacían nuestros rivales. La frustración de este pequeño aficionado por las muchas ocasiones falladas se convertía en enfado ante lo que estaba siendo un auténtico escándalo.
Para colmo ya en la prórroga el linier Michael Ragoonath nos anulaba otro gol por fuera de banda de Joaquín antes de rematar Fernando Morientes. Si con el primer tanto todavía podía haber alguna duda, con el segundo la repetición dejó a las claras que el balón apenas había tocado la raya:













Eran los tiempos en los que todavía la FIFA mantenía el sistema de Gol de Oro según la cual se daba por ganado un partido al primer equipo que marcara en la prórroga, por lo que el pase a la semifinal con la Alemania de Oliver Kahn estaba ahí.
Tras otro fuera de juego inexistente pitado a Morientes, llegaron los penaltys. Corea no falló ninguna de sus 5 penas máximas, cosa que si hizo Joaquín para España. Todo un palo para nuestro equipo, para la afición, y para aquel chico que por primera vez vivía un Mundial al tener solo vagos recuerdos por edad de los de EE:UU y Francia.
A partir de ese momento muchos perdieron la fe en La Roja (lo que empeoró tras unos años especialmente irregulares), pero el no . Sabía que antes o después surgiría otro combinado nacional capaz de jugar igual o mejor que entonces, y el fútbol nos devolvería lo que nos quitó esa triste mañana veraniega.
Y así llegamos al día de hoy, 3 de diciembre de 2011. Ese niño creció y se encuentra ahora escribiendo este artículo mientras espera al sorteo de una Eurocopa, la del año que viene, donde España defiende título.
Defender título, se dice pronto. Tras muchos años de decepciones aspiramos a ser el primer país en ganar Euro-Mundial-Euro. Tanto si logramos romper esa estadística como si no, viviré dicho torneo con la misma ilusión que el primer día. La misma que tenía aquel afortunadamente ya lejano día 2002 y que seguiré teniendo siempre con la Selección Española. ¡Podemos!

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